El Primero de Mayo es una fecha muy señalada en Tashkent. En el año 2014 un decreto del Consejo de Ministros, largamente esperado, la declaró por fin Día de las Fuentes (Favvoralar kuni). Se materializaba así una histórica reivindicación iniciada por una de las organizaciones juveniles más activas del país, muy pronto secundada por los ministerios de Cultura y de Espiritualidad.
Con la llegada del ya agobiante calor, el Primero de Mayo se convierte en el día en que se ponen en marcha por vez primera en el año todas las fuentes de la capital y la ciudadanía puede ir a refrescarse a su vera. A pesar de no ser exactamente un día festivo, todo el mundo puede participar en las innumerables actividades culturales y lúdicas que tienen lugar junto a las fuentes de la ciudad.
Encuentros con pintores y escritores, recitales de poesía, actividades para niños… Ha sido especialmente valorado por la prensa local el encuentro alrededor de la fuente de la plaza Hadra, junto al circo, donde según los comentaristas «se mostró al público congregado la identidad del pueblo uzbeco así como sus tradiciones culturales nacionales». Desde el año pasado además, la fiesta se ha extendido a la vecina ciudad de Samarcanda.
Curiosamente hasta hace no mucho el Primero de Mayo se reservaba para una tradición algo diferente aunque no menos entrañable y edificante. Solía ser día festivo y se invitaba a la gente a participar en una desmesurada procesión con banderas coloridas, a través de la cual se intentaba poner de relieve ciertos logros conseguidos en materia de producción agrícola, desarrollo industrial, refinamiento cultural y sensibilidad por el particularismo uzbeco.
La entusiasmada ciudadanía solía terminar el día tomando un tentempié en los parques o disfrutando de un suculento plov por algún rincón. Aparte de las imágenes, para recordar hoy esta tradición perdida disponemos de algunos espléndidos vídeos (y otro), ofrecidos por Tashkent Retrospective.
En fin, dos costumbres muy alegres y vistosas, pero no puedo dejar de pensar que tal vez, bajo su magnética fascinación, oculten un significado demasiado insondable para un pobre dominguero desorientado como yo.
ciudad de piedra 
Deja un comentario